Amor de cuento (Good on Paper), EEUU, 2021 de
Kimmy Gatewood.
A todos nos gustaría ver una mujer Seinfeld, es decir, una
mujer que sea capaz de hacerse una autocrítica tan feroz y a la vez tan cómica
y entretenida como la hizo Seinfeld en sus muchas temporadas de programa. El comediante
de standup (el estandopero) reflexionaba sobre el suceso de su vida frente a su
más o menos entretenida ausencia, y ese era su trabajo, por lo que mantenía un
ojo crítico de todos los actos que realizaba en el día para determinar si
tenían un potencial cómico, o patético, que vienen a ser lo mismo según la
intención con la que se miren.
Andrea (Iliza Shlesinger, que además de actuar como la
protagonista escribió la película) tiene una vida complicada y promiscua
mientras va haciéndose un nombre como estandopera y actriz. Le cuesta mucho
trabajo, pero es natural y estudiadamente graciosa, cuando llega a hacer
casting demuestra a los productores que tiene mejor sentido de la comedia que
sus anquilosados guionistas.
Aparece un día, en el aeropuerto un hombre no muy apuesto,
Dennis (Ryan Hansen) pero que sabe lo que podría gustarle, que la estudia, que
va siendo lo que ella quiere que sea y que con lástima y sacrificios va haciéndose
querer. Pero en lo que dice hay mucho de mentira, y de ahí el título de la
película, que por cierto tiene una gran cantidad de títulos diferentes según el
país: A segunda vista en Brasil, En teoría en Canadá, Parecía
perfecto, pero en cambio… en Italia Tenía buena pinta, en España.
La acción y relación de los enamorados se va intercalando
con partes del show de Andrea ante su público, que da varias noches por semana,
y en estos fragmentos del show va haciendo la autocrítica de su situación, de
su enamoramiento, de su incapacidad para enamorarse, de los problemas de las
mujeres de treinta y tantos para encontrar y conservar el amor sin caer en la
simple autocomplacencia. El reloj biológico no es un tema de conversación o de
mofa, pero está presente marcando a la protagonista en sus decisiones
inconscientes.
El engaño no duele porque precisamente se vive engañado y no
se puede saber lo que a uno le hace daño si no se da cuenta del daño que se le
está haciendo, pero el desengaño, el desengaño es una fuerza poderosa que nos
puede llevar a extremos terribles, cercanos a la muerte o la voluntad de
castigo y de tortura incontrolables. Cerca de esos extremos llega Andrea.
Y Dennis se defiende, como puede, como podría. Se dice al
inicio que la historia de esta historia es una historia casi verdadera. No se
puede dudar que la experiencia de Andrea o de Iliza es común para muchas
mujeres, que el hombre se presenta de una forma para luego mostrar su verdadera
naturaleza una vez que ha conseguido implantarse en el corazón femenino. Se buscará
el escarnio para tales hombres, pero aquí al menos, como Seinfeld, la guionista
y actriz reconoce su propio patetismo y ridiculez escarneciendo lo que alguna
vez amó.