Museo Tamayo
Claudio Girola
Wolfgan Tillmans
Por medio de artefacto analógico, es decir que mediante mecanismo similares a los utilizados por la naturaleza o por lo menos a nuestra comprensión o aprehensión de la misma, y después de cuya captura puedo manipular para resaltar tales o cuales cualidades o cantidades, presento esta "impresión" del mundo, este capturar un movimiento, un color, un gesto, una composición que ha tenido lugar en la realidad aunque sea parcialmente. Bajo esta definición es válida la fotografía abstracta, es decir carente de forma identificables en la realidad no estética, en la realidad no acordada... Fotografía por otro lado que trivializa todo acontecimiento, pues todo acontecimiento es una composición única, irrepetible, y a veces, según el estado de ánimo del espectador-actor, un momento de revelación, hay una de dos jovencitos besándose, una de un niño abrazando la cintura de su madre desde atrás como un príncipe postrado ante su amante huidiza, un pubis femenino peludo mostrándose al levantarse una falda, hay impresiones gigantes de manchas e instantáneas de desnudos imponentes en el familiar formato que nos entregaban las máquinas fototortilleras, pocos marcos, el autor prefiere mostrar mucho que mostrarlo resaltado, la museografía podrá resaltar o minimizar, como les da valor a los recortes de diario y libros abiertos que rematan la muestra: la fotografía no es sino una mirada, que se comparte, de un acontecimiento y el acontecimiento puede ser el funcionamiento de las luces en un rave, cinematografía, kino, movimiento ¿las lámparas siguen el ritmo de la música o es al revés? o simplemente nuestro cerebro une el movimiento a la música, el ojo al oído.
Thomas Hischhorn
El espacio de Thomas Hirschhorn está tomado, las computadoras tapizan los muros, una tienda de sillones cubiertos con cinta canela no nos invita a sentarnos, sino a consumir, en un lugar donde ha caído una viga, donde el techo se desmorona, no hay superioridad, estamos abajo, nos oprimen las vigas que son donde reposa la imagen de las carnicerías humanas, de los genocidios que se perpetran a diario.
Una habitación y la tienda de sillones plastificados, una chimenea atestada que se ahoga, libreros, libros, los objetos habituales, pero todos los muros están grafiteados, hay manchas de cinta canela en el piso, acolchonadas, pisarlas sorprende, como cuando pisamos algo blando y sólido, un deyecto o un cadáver. La cinta canela domina, ese material que todo lo une al menos momentáneamente, que tapa las ventanas de los micros de la ciudad de México cuando se han roto, que podría ser el embalsamador de nuestros tiempos, la venda de la momia posposmoderna, la tortura de la opresión, del mantener en una postura insostenible a algún objeto articulado..., y sólo porque es barata, más que otros materiales conjuntadores.
Los grafitis están en inglés, realizados con plumas, plumones, sprays, dicen cosa como hate war, the moral dimension, living is easy, ET, Speed test…, los libreros se desbordan con papeles fotocopiados, la fe es una gigante moneda, un montón de jabones inmensos se empolva en un rincón, dicen algo esos javones berdes, deseo de limpieza, quitar la sangre de alguna manera, porque hay tres cuartos en los que podemos perdernos y no porque sean idénticos, sino porque se identifican, un paisaje infinito de sobreinformación y opresión, sobre la chimenea los libros, apilados, una lista nos los deja escrutar titularmente: La vida como voluntad y representación, Hana Adrent, nexus, plexus, sexus, en cada una de las habitaciones hay una selección distinta, quizá articula el discurso ¿se pueden tocar los libros? se podrían leer, no pregunté a los guardias, pero en este montaje no había una rayita dicéndome hasta donde podía acercarme, las miles de fotocopias que invadían los libreros podían acomodarse a la propia voluntad, cartón, cinta canela, sillones, fotografías terribles de cadáveres quemados, mutilados, cabezas separadas junto con el brazo, caras quemadas, la muerte en forma de guerra, la muerte en su forma más grotesca ¿amarillismo, sensacionalismo? sin duda, deseos de mostrar los rostros más turbios de la existencia, del hombre contra el hombre que es el hombre sobre el hombre y sobre la mujer ¿sexo? en los libros, los símbolos fálicos que oprimen la habitación parlante, informatizada a la vez..., no se puede pasar por acá, por allá..., sí se puede, pero es incómodo, el flujo es la repetición de las tres salas, la repetición irrepetible, porque nunca estará el papel en el mismo sitio, y nunca será el mismo el lector, ni siquiera los guardias que tienen que mantenerse inmersos en el montaje, y que le han tomado cariño, a un espacio cálido y con libros, las terribles fotos hay que acercarse a verlas, así como a algunas de las pintas, con distintas letras ¿se ayudó el artista? ¿es todo su obra? hizo un plano dejando instrucciones?
Se puede salir de ese espacio caótico sin tener que establecer un orden esquemático en el para hacerlo habitable, véase transitable, se puede salir uno del montaje para después recordar que existe, y que siempre estará allí, en la sensación de haber participado en un genocidio, a la vez cómo víctima y cómo verdugo, no como cuando asistimos circunspectos al espectáculo televisivo, sino como cuando nos adentramos en una casa de los sustos o a otra representación, la sentimos más real que la realidad que nos digieren los mass media.
En el Paseo de la Reforma
Exposición de esculturas de Leonora Carrington
Obra de teatro en el Helénico
Una relación pornográfica
1 comment:
Me gustó mucho esa descripción sobre el trabajo de Hirshorn. Yo vi una instalación suya en la Bienal de Sao Paulo. Toda una iconografía que nosotros desarrollábamos en pequeño él la masificaba.
Buenos Días, Epicaris
Post a Comment