Reseña de la obra de teatro Una relación pornográfica
Teatro Helénico
Copyright Carlos Vidali Rebolledo
Pornografía viene del vocablo griego πόρνη (porno) que quiere decir prostituta, así que la pornografía es el dibujo de la prostituta, en acción ¡Por fin una división lógica entre pornografía y erotismo! El erotismo sería el captar en imágenes (o en sonidos) una relación sexual entre una o dos (o más) personas que acceden voluntariamente a la "representación" para la cámara y la pornografía la veríamos cuando a alguien se le está pagando para que lleve a cabo tal o cual acto de prostitución.
Una relación pornográfica sería pues una que se establece a partir de la prostitución gráfica, aquí los personajes se buscan uno al otro como mercancías: un anuncio en la revista, un buscar cumplir una fantasía con alguien en un chat, la forma en la que se conocen es voluntariamente confusa, pero queda claro que ambos andan buscando algo que no cualquiera puede darles y que están dispuestos a darle al otro algo para que le cumpla sus deseos: dinero o no de por medio, prostitución.
La otra forma en la que se puede interpretar "pornográfica" es apegándonos por completo a su significante, al sonido producido: por no grafía, que no hay dibujo, no hay imagen, y la relación de los personajes es pornográfica en un principio porque nunca se nos revelará qué es lo que hacen cuando desaparecen tras la puerta giratoria, como de hotel de lujo, sabemos que es algo distinto a "hacer el amor", porque luego, emocionados, harán el amor, diferenciándolo de su acto pornográfico.
Diría que la obra está en el contexto del minimalismo abigarrado, es decir, se desarrolla enmedio de contradicciones: la escenografía es un gran cuadro de Mondrian (pero con líneas sueltas, es decir, sin remate, sin terminar de cuadrar, lo cual no gustaba a Mondrian en absoluto, pero algo deja abierto, aunque con una vibración sucia) del que los actores sacan y meten los objetos necesarios (una silla, una mesa ¡Una cama!), hay sin duda economía, me hubiera gustado más que los objetos se movieran por sí mismos, al menos al salir y entrar de las paredes, lo cual no hubiera representado ninguna dificultad técnica y evitaría perder la concentración en los movimientos irrelevantes de los actores.
Los actores, artífices del espectáculo teatral, víctimas y verdugos de sí mismos..., en esta adaptación (de Luis Mario Moncada, ex director de Helénico, donde se presenta la obra) hay un personaje de más, o más bien, la presencia corporal de un actor de más, en la película (el guión de philippe blasand, aquí una entrevista en francés ) ) una voz en off entrevista a los actores, aquí lo hace una especie de psicóloga tomando notas, la relación con este personaje parece un poco artificial y de alguna manera hace decrecer el "supense" en la dramaturgia, obliga a los personajes a dialogar en tanto más bien, cuando no están dialogando entre ellos, sus impresiones sobre la relación deberían ser más una relfexión interna, reflexión interna de dos personajes que pasan en minutos por todos los estados de una relación que evoluciona de sexual, a matrimonial a una relación de desamor. Sin embargo me agradó el que la interrogadora se dirigiera a uno de los personajes y otro le respondiera (aunque hubo un momento en que el equivoco fue obvio, pues pregunta directamente al masuculino una pregunta que podía haberse hecho a cualquiera de los dos).
Me parece que los actores estuvieron un poco abandonados por la director e interpretaron con su mejor esfuerzo, el actor (Hernán Mendoza), en los registros bajos es de gran naturalidad y está poco acartonado, pero en los altos recita torpemente, la actriz principal (Ana Cioccheti) varía mucho, en partes genial, en partes mediocre, el personaje de la "psicóloga" (Natalia Traven, que además es psicóloga de verdad...) es el más consistente, aunque mantener la neutralidad no es de lo más sencillo, el observador objetivo que actúa a los personajes incidentales con disfraces minamalistas y a veces un poco ridículos, creo que estos se podían haber evitado si la directora hubiera tenido un poco más de arrojo.
El vestuario en realidad es muy parco y si bien claramente da la impresión de que se trata de yupis chilangos acomodados, podría haber variado para resaltar la belleza de la actriz y hacer al actor menos burocrático, los pantalones y el sueter le quedaban mal a la psicóloga. La música original, pasa desapercibida y la iluminación no está mal.
3 estrellas de cinco.
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