–Literariamente, toda esta época marcada por la revolución, ¿cómo la ha integrado a su obra?
–No sé, realmente. “Revolución”… Creo que usábamos la palabra “revolución” con una ligereza alegre e irresponsable. Digamos que mi cerebro era revolucionario pero mi corazón siempre fue reformista. ¿O era al revés…? Además, yo siempre fui antisoviético, anticubano desde 1968, antichino, y nunca me hice ilusiones sobre lo que era el socialismo real, habiendo vivido en Yugoslavia, el menos opresivo de los regímenes del Socialismo Real (que en realidad era irreal, como todas las religiones). Otras personas sí se hicieron ilusiones, o pensaron sobre todo que el comunismo era reformable. El comunismo no es reformable. O te acogota y te aterra y te chantajea con sus nobles ideales –como dice Svetlana Alexiévich– o desaparece como la bruja horrorosa de los cuentos.
No comments:
Post a Comment