Rilke y yo nos inspiramos en lo mismo: un gato negro, grandote, encerrado. Él en el del Jardín Botánico de París, yo en el de Tuxtla Gutiérrez, diferentes latitudes y tiempos, mismo encierro, misma desesperación de animal cautivo... (la traducción no es mía)
Al jaguar negro cautivo en el zoo de Tuxta Gutiérrez
C. Vidali R.
La selva tras de ti
convertida en jardín prohibido
enjaula la jaula que te enjaula
juaguar pantera de negro destino
no hay calma en tu encierro
no hay encierro para tu calma
tempestad violenta y resignada
en tu mirada
la fuerza de tus pasos
se cofina en un ocho
infinito
horizontal
de ansiosas pisadas sólidas,
pero sin destino
destino de cautivo
¿qué venias a buscar
tan cerca de tus enemigos,
los hombres de cabezas grandes
y débiles garras hábiles?
Tenían cautiva
a una de tus hembras
el estrus
hasta aquí te trajo
hasta aquí te atrajo
y perdiste tu libertad de tajo
¿Estarás para siempre aquí perdido?
Para ti la muerte
no es esperanza
animal soberbio de hermosa fuerza
aprisonada
para ti la vida sin libertad
no es nada
como sí lo es
para los niños que te miran
entre asustados y divertidos
eres su trompo
atrapado en cruel
baile finito
lleno de nostalgia de infinito.
La Pantera
R. M. Rilke
Del deambular de las barras se ha cansado tanto
su mirada, que ya nada retiene.
Es como si hubiera mil barras
y detrás de mil barras ningún mundo hubiese.
El suave andar de pasos flexibles y fuertes,
que gira en el más pequenyo círculo,
es como una danza de fuerza en torno un centro
en el que se yergue una gran voluntad dormida.
Sólo a veces se abre mudo el velo
de las pupilas. Entonces las penetra una imagen,
recorre la tensa quietud de sus miembros
y en el corazón su existencia acaba.
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